MARCA LA DIFERENCIA CON EL INTERCAMBIO DE JÓVENES

Cuando Gabriela Vessani tenía 12 años, su madre la llevó a Pittsburgh, Pennsylvania (EE.UU.) donde pasó el verano en casa de unos amigos.

“Me encantó, así que apenas me enteré del Intercambio de Jóvenes de Rotary, supe que era algo que quería hacer», cuenta Vessani, quien también es interactiana en São Paulo.

Como participante en el programa, Gabriela fue recibida este año por el Club Rotario de Waterdown, Ontario (Canadá) donde se alojó con cuatro familias, una de las cuales había adoptado chicos de distintos países.

“Tenían siete chicos, una locura, pero yo estaba feliz”, explica. “Fue una experiencia increíble llegar a conocer a todos mis hermanos anfitriones, y aprender acerca de tantas culturas”.

Experiencias que cambian vidas

Junto con 104 otros intecambistas, el pasado mes de julio Gabriela visitó la Sede Mundial de Rotary en Evanston, Illinois, como parte de una aventura en autobús de 31 días por diversas partes del país, cerrando así con broche de oro el año del intercambio.

“Éste es el mejor programa de Rotary, porque Rotary cambia vidas», expresó Vessani.

El programa brinda a estudiantes secundarios de 15 a 19 años la oportunidad de participar en intercambios interculturales desde la década de 1920. Los intercambistas hacen las veces de embajadores culturales hasta por un año lectivo, mientras que las familias anfitrionas contribuyen al fortalecimiento de la paz y la comprensión internacional, coincidiendo así con una de las seis áreas de interés de Rotary.

Ventajas para los clubes

Mike Lubelfeld, superintendente de una escuela primaria y socio del Club Rotario de Deerfield, Illinois, se pasó semanas haciendo los preparativos para hospedar al primer estudiante de intercambio que el club recibía en más de dos décadas. En agosto, Leo, un chico de 17 años de Indonesia, fue recibido en el aeropuerto por una entusiasta comitiva del club.

“Apenas empezamos los planes y ya se sentía la emoción», expresa Lubelfeld. “Uno de los mejores medios para asegurar un futuro mejor es trabajar con la juventud del mundo. Este intercambio cultural representa para el club una excelente oportunidad que no solo beneficiará a Leo sino también a todos nuestros socios».

Desarrollo de la autoestima

Hace un par de años, un amigo le pidió a Varda Shah si podría acoger en su familia a un estudiante de intercambio en Mumbai. En un principio, la familia no estaba muy convencida.

“Era un chico alemán, no sabíamos cómo iba a funcionar la cosa», dice Shah. “Pero decidimos probar, y nunca me hubiera imaginado que en tres meses iba a sentir tanto cariño por alguien. Todavía seguimos en contacto mediante Skype y las redes sociales».

Shah pensó que había llegado el momento de vivir su propia experiencia de intercambio, durante la cual se alojó con tres familias de Nueva York, y disfrutó de actividades poco conocidas para ella como ir de camping, hacer el previo antes de un partido y hockey en hielo. Pero el cambio más notorio fue su autoestima.

“Antes nunca me hubiera atrevido a iniciar una conversación con un desconocido” dice. “Pero ahora, y lo digo muy orgullosamente, no tengo ningún problema en acercarme a la gente. Me siento más madura y con una perspectiva mucho más abierta”.

Abrazar diferencias

Siguiendo los pasos de su hermana mayor, la austriaca Juliana Kinnl se alojó con dos familias del Club Rotario de Newtown, Pennsylvania, durante su intercambio, donde aprendió a abrazar la diversidad.

“Al conocer intercambistas de todo el mundo, aprendía a aceptar a la gente por quienes son, sin juzgarlos porque son diferentes», dijo Juliana. “Además me siento mucho más segura de sí misma y de mi identidad como persona”.

Más aplomo

Minerva López Martínez de Marcia (España) fue recibida por el Club Rotario de Simcoe, Ontario (Canadá). Nos cuenta que varias de sus amistades decidieron no participar en el intercambio porque perderían un año académico, pero ella tiene una perspectiva totalmente distinta al respecto.

“Tienes toda una vida para ir al colegio y aprender, pero solo una oportunidad para participar en un intercambio de jóvenes”, afirma. “Mi timidez fue lo que motivó a participar en el intercambio, necesitaba cambiar. Ahora intento cosas nuevas, hablo con gente que no conozco, y todas estas vivencias me han cambiado mucho”.

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