
Fotografía de: Fotos cortesía de Little Free Library
Cuando los editores del Readers Digest hicieron una lista de las 50 cosas que los estadounidenses aman de su país en el número de julio de 2013, pusieron a Bruce Springsteen y Jon Bon Jovi en el puesto número 50, Bill Gates en el 25, y en el 11, entre el pan y el chamizo volador, estaba Little Free Library, pequeño tributo iniciado por el rotario Todd Bol que se convirtió en un fenómeno internacional.
Voluntarios de 55 países han instalado más de 16.000 bibliotecas liliputienses ejecutadas bajo la premisa «tomar un libro, devolver un libro». Bol estableció la primera en 2009 en memoria de su madre, una maestra a quien le encantaba leer. Estas bibliotecas, a las que el New York Times calificó de «movimiento internacional»y el Huffington Post de «sensación mundial», han logrado cobertura de los medios de comunicación como la televisión pública japonesa y revistas de moda francesas e italianas.
La participación es simple: Instale una caja de madera (pajareras a veces) en un poste frente a la casa, lugar de trabajo o escuela. Llénela de libros. Disfrute viendo a los vecinos hojear libros o dejar los propios.
Los bibliófilos no son los únicos dispuestos a apartar un poco de césped para la caja de libros. El rotario Bol de Hudson, Wisconsin, llama a la Little Free Library, «un nuevo lienzo para los artistas de la comunidad». Por ejemplo, los artistas de la ciudad de Nueva York organizaron un concurso para diseñar las cajas; los reclusos de una prisión de Wisconsin las están construyendo como parte de su formación profesional y servicio a la comunidad y las empresas animan a sus empleados a retribuir a sus comunidades construyendo cajas en los días de servicio. Los clubes rotarios y Rotaract desde Estados Unidos hasta Canadá, de Mauricio a Ghana, están instalando bibliotecas en sus áreas también.
Alrededor de tres cuartas partes de los participantes construyeron sus propias bibliotecas. Los planos están disponibles en el sitio web de la organización, www.littlefreelibrary.org. El resto las compra hechas a US $175 o más, dependiendo del modelo. Los fondos financian el personal, la página web, y el componente educativo, como también los planes de la organización para construir más bibliotecas para las personas necesitadas.
EMPRENDEDORES SOCIALES
Bol se hizo amigo de Rick Brooks, un experto en desarrollo comunitario, en la misma época que creó su primera biblioteca, una escuela en miniatura, pintada de rojo. Los dos discutieron oportunidades para emprendimientos sociales y siguieron visitando la biblioteca del Bol. «Sabíamos que había un interés genuino», dice Brooks, cofundador de la Little Free Library. Bol, que había construido y donado varias, no podía seguir atendiendo la demanda, por lo que contrató a un carpintero Amish como artesano principal.
Las bibliotecas se hicieron populares y comenzaron a aparecer por todas partes. Bol y Brooks se fijaron una meta de crear 2.510 bibliotecas; una más que el filántropo Andrew Carnegie, quien utilizó su fortuna para establecer bibliotecas en todo el mundo. Llegaron a la meta en agosto de 2012, un año y medio antes de que venciera el plazo. Hoy, Bol y Brooks están buscando formas de aprovechar el entusiasmo de todo el mundo para la idea es un movimiento que va más allá de instalarlas en viviendas particulares. ¿Cómo podemos utilizar esa energía para fomentar mejores relaciones, mejorar los nivele de alfabetización, y lograr que los vecinos conversen?» se pregunta Bol.
Una forma en que están logrando esto se explica en la sede de Little Brothers-Friends of the Elderly, en Minneapolis/St. Paul, donde se construyó una biblioteca recientemente. Es una sociedad entre Little Free Library y AARP para llegar a los ancianos solos.
«Es un punto de reunión. Es el lugar perfecto para una biblioteca», dice Jay Haapala, directora estatal asociada de AARP para proyectos de extensión a la comunidad. «Los vecinos pueden venir, y enterarse de lo que está pasando aquí» refiriéndose a la biblioteca. «Como si hubiese sido planeado, en ese momento, un señor mayor pasa caminando por la biblioteca azul y marrón y entabla una conversación con Greg Voss, el director ejecutivo de Little Brothers.» Esto es algo grande para nosotros», dice Voss después. «Vamos a lograr que muchos entren por estas puertas.»
UN FENÓMENO CRECIENTE
Little Free Library también ha puesto en marcha programas centrados en África (los rotarios ya han comenzado a instalar las bibliotecas en Ghana) y en las 11.000 pequeñas ciudades estadounidenses sin biblioteca pública. «Yo y una pala no somos suficientes», dice Bol. «No puedo pensar en nadie mejor que los rotarios. Ustedes podrían construir una biblioteca en cada pueblo en dos meses.»
El Club Rotario de Fort Wayne, Indiana, está instalando 100 bibliotecas en miniatura para celebrar su 100 aniversario en junio de 2015. Apenas unas horas después de que el periódico local publicó un artículo sobre la primera biblioteca, el club recibió seis llamadas telefónicas de personas interesadas. El club está pagando la cuota para registrar las cajas con Little Free Library, y los letreros de las bibliotecas se personalizan con el nombre del club. «La respuesta ha sido abrumadora», dice Candace Schuler, quien encabeza el proyecto. «La gente me dice, ‘Yo quiero una en mi comunidad’. No hay duda de que vamos a superar nuestra meta».
En noviembre , Bol asistió a los Premios Nacionales del Libro, donde Little Free Library fue uno de los ganadores de la versión 2013 del Premio a la Innovación en el Libro. Library Journal los califició de «Movers and Shakers» (personas de influencia) del año.
«Me siento afortunado», dice. «Siento que he descubierto el Hombre de Hojalata de camino a ver el Mago de Oz y le he puesto aceite y ha empezado a bailar. Y qué alegría me da saber que soy quien le echó aceite y por mí echó a andar.»
Por Diana Schoberg
Adapted from a story in the March 2014 issue of The Rotarian