Entrega de “Mochilas Escolares” en la «Escuela La Dormida”

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Se realizó la última entrega de “Mochilas Escolares” en las Escuelas de “La Cuesta de la Dormida” en Olmué, Provincia de Marga Marga.

Mochilas fueron donadas a la “Escuela La Dormida” por el Rotary Club Shelwood Bridge de Inglaterra, gracias a una gestión del Past Gobernador de Distrito 4320 Jorge Vega Díaz.

La entrega fue coordinada por los Rotary Clubs de Valparaíso y de Olmué, contando con la colaboración de la Directora del DAEM de Olmué Teresa Arancibia Jorquera y su Director (S). Por la Escuela La Dormida participaron su Director Héctor Arias Núñez, sus Profesores/as  y los Niños y Niñas del establecimiento educacional.

Por el Rotary Club de Valparaíso participó su secretario Oscar López, en representación de su presidente Roberto Rodríguez, y por el Rotary Club Olmué participó su secretario Gonzalo Fontanés, en representación de su presidenta Oriana Díaz.

Las mochilas contienen útiles escolares como cuadernos, lápices, estuches, compas, reglas, así como también una lonchera y una botella para agua.

 

Agua Potable para aldeas de Ghana

 Los rotarios Craig Sorensen y Marty Hatala junto a residentes de la aldea de Adevukope y los recipientes con el primer suministro de agua pura que llega a la comunidad.  Fotografía de: Cortesía de Craig Sorensen

Los rotarios Craig Sorensen y Marty Hatala junto a residentes de la aldea de Adevukope y los recipientes con el primer suministro de agua pura que llega a la comunidad.
Fotografía de: Cortesía de Craig Sorensen

Cuando en 2010 Marty Hatala, socio del Club Rotario de Boaz, Alabama, visitó Ghana por primera vez para servir como voluntario en un orfanato, comprobó de primera mano los problemas que las comunidades locales tenían para acceder a agua potable.

Si bien al menos 80% de los habitantes del país cuentan con fuentes fiables de agua potable, el UNICEF reporta que 5 millones de ghaneses solo tienen acceso a fuentes de agua insalubre. Esta situación expone a un porcentaje significativo de habitantes a múltiples enfermedades, ya que se estima que, en todo el mundo, una de cada cinco muertes de niños menores de cinco años se debe a enfermedades causadas por la carencia de acceso al agua potable.

Las experiencias vividas por Hatala en Ghana desembocaron en varios proyectos conjuntos emprendidos por el Club Rotario de Boaz y el Club Rotario de Alabaster-Pelham, también de Alabama. En sus dos primeros proyectos, los rotarios instalaron dos pozos en Aflao, aldea de la región del Volta. Más adelante unieron fuerzas con otros dos clubes de Alabama para no solo llevar agua potable, sino para reducir considerablemente el tiempo y esfuerzo necesario para acceder a este recurso vital. Según las estadísticas de las Naciones Unidas, cada año se dedican 40.000 millones de horas a la obtención de agua, labor que recae fundamentalmente en las mujeres y niños.

«Dependiendo del momento en que se produjo la última lluvia de importancia, los habitantes de esta región tenían que caminar de 3 a 11 kilómetros para llegar al agua», comenta Hatala. «Los pozos no son solo fuente de vida, sino que ahorran un sinnúmero de horas a las mujeres y los niños».

Gracias a la sugerencia del líder comunitario Emmanuel Fiagbedzi, los rotarios dirigieron sus pasos a Afife, región que contaba con algo de lo que Aflao carecía, un manantial que podría ser aprovechado mediante un sistema de distribución. Los rotarios instalaron fuentes en nueve aldeas y en otros lugares sugeridos por los miembros de las comunidades beneficiarias como un mercado, una escuela, un albergue y una granja avícola.

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Socio RC Olmué participó en el Iron Man de Canada

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Articulo de Emilio Becker Orellana sobre su participación en el Iron Man de Canada / Domingo 27 de julio de 2014.

 

Después de que me robaran mi bicicleta de triatlón el año 2012, a tres semanas antes de ir al medio Ironman de Pucón, siempre me quedó el bichito de probar que tan factible era hacer un IM con la bicicleta más simple del mercado.

En mi primer Ironman no me atreví hacerlo, por tratarse del primero y segundo porque nadie de carne y hueso me había comentado que supiera de alguien que lo hubiese logrado. Así que cuando me matriculé en enero para el IM de Canadá ya sabía cual sería mi mayor desafío.

Sin embargo, se me presentaron otros desafíos como superar una amigdalitis y fiebre a dos días antes de la carrera, lo que me tenía algo desmotivado. El miércoles y jueves hacía full frío con lluvia y no había traído ropa adecuada. El cansancio de andar tres semanas viajando, comiendo muchas veces cosas rápidas y cambiando de cama no es para nada recomendable. Y siendo honesto, la preparación para este Ironman fue distinta a toda la literatura que uno puede encontrar, pues por temas de trabajo y clima me tuve que limitar a entrenar todos los días (y de forma sagrada) con los videos de P90X. Al menos, el tener ya un Ironman en el cuerpo uno sabe lo que puede pasar.

El día de la carrera desperté a eso de las 4:00 horas para bajar a tomar un leve desayuno, al menos aquí el cambio de hora favorece porque serían las 7:00 hora Chilena. Me encontré con los de Guatemala y con Mike de Seatle, todos sin ganas de tomar o comer algo, yo fiel con mi avena, probióticos y huevos, terminé de preparar mis cosas y me fui a la puerta a esperar a Sarah quien a las 5:00 horas me pasó a buscar junto con su pololo en el auto.

Para Sarah era su primer IM, iba nerviosa, le agradecí su ofrecimiento que me pasara a buscar, más aún si era un desconocido que solamente conoció en el bus del evento, pero al menos teníamos algo en común, el médico que me trató la amigdalitis, es el mismo médico familiar que tiene ella.

Al llegar hasta los buses que nos llevarían al lago, la perdí de vista y como verdaderos niños de primer día de clases nos fuimos todos bien callados. El trayecto de acercamiento de estos buses fue de unos 30 minutos y en parte hizo el recorrido que nos tocaba en bicicleta. A las 5:30 horas ya estábamos en el lago y el ambiente era ya de euforia, el lago mostraba como se evaporaba su agua y el sol como de a poco despertaba alumbrando primero las copas de las montañas cubiertas de nieve. Rápidamente me fui a revisar mi bicicleta, le puse la presión adecuada y entre elongar, meditar y ponerme el traje se me fue rápidamente el tiempo hasta que llamaron para dar inicio con un espectacular canto del himno de Canadá y dar la partida a los corredores elite.

Luego nos tocó entrar al agua, revisé la hora y eran las 6:57 de la mañana, estaba atento a escuchar la cuenta regresiva, pero nunca se hizo, sólo se oyó un disparo de partida y todos comenzaron a nadar, vi la hora y puntualmente eran las 7:00 horas para dar inicio de la carrera.

Comencé a nadar y recordé que no hicieron cuenta regresiva, pensaba que tal vez no es común. En el nado tenía para pensar todas las tonteras que se me ocurrieran, sólo que no era conveniente entrar en pánico de no saber hasta donde era el final y tampoco colapsar con los dos mil nadadores que uno tiene alrededor, incluso uno comienza a notar quienes son primerizos y quienes están aquí para disfrutar el nado según la sutileza de la brazada y la patada.

Los primeros 950 metros que dan al primer giro siempre son molestos porque uno va en un verdadero corral de animales, no falta el despistado que nada de forma diagonal o al desubicado que se le ocurre detenerse. Afortunadamente el agua estaba muy agradable, era más cálido estar adentro que afuera del agua y el sol justo apuntaba en la otra dirección, claro que como eran dos vueltas a un rectángulo al final siempre me encontraba con el sol de frente y ahí nada se lograba ver, así que me fui con la fe de la masa.

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